domingo, 21 de noviembre de 2010

Gotas tibias de terciopelo rojo

Duda otra vez.Lo mira, lejano, y su sonrisa le da esperanzas.Toma el cuchillo, con delicadeza y suavidad.Siente su filo, acariciando su piel casi con cariño ; que le tranquiliza.

Con más decisión y menos esperanza que otras veces, atraviesa su pecho.

Saca su corazón, que termina en sus manos, tibio y rojo como su sonrisa.Toma una tela suave, le envuelve con ella y la anuda, sin prestar atención alguna al enorme charco rojo que crece en el suelo.Y comienza a caminar.



Su parte cuerda se lamenta con cada paso.



Su parte demente solo sonríe, congelada pero tibia.



Y llega.

Lo mira a los ojos, pero le cuesta demasiado.Le pide que junte sus manos y él lo hace, extrañado.Lentamente, ella deposita la bolsa de terciopelo mojado, y casi inmediatamente después cae de rodillas.Muy débil, muy debil.Pero quiere ver que la abra.



Pero él palidece, horrorizado por su contenido.

Apoya la bolsa húmeda en el suelo y corre hacia ella, que se desvanece, sonriendo.















Despierta, levemente.Muy débil, muy débil.Apenas puede respirar...

El no está, y la bolsa sin abrir reposa en sus manos, empapándolas.

No había conseguido llegar...

De repente, sus párpados son de plomo.Trata de incorporarse, pero no mueve ni un solo músculo .

Y entonces decide quedarse en ese sueño, con su sonrisa mas suave y sincera haciendole compania.



Sorprendentemente, el corazón seguía goteando, a su lado en el piso.

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