Mis pies se derriten en sangre
me ruegan detenerme
al horizonte eterno huyo
donde las sombras no puedan verme.
El camino se rie en mi cara
con su carcajada larga y dolorosa
los pies siguen corriendo
llorandose entre las rocas.
Mis ojos se han marchitado
como dos rosas negras y muertas
la oscuridad baila eternamente
en esta noche que nunca despierta.
Quizá un dia, cuando mis musculos mueran
esos pies, eterna tortura, a descansar se detengan.
Mi cuerpo caerá, docil y sonriente
por el abismo peligroso, que en silencio se venga.
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